Rosa-Luxemburg-Konferenz am 11.01.2024
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Buchmesse Havanna 2010

Buchmesse Havanna 2010

edición especial

  • · edición especial

    Sueños y otras realidades

    Dietmar Koschmieder

    Donde un sistema se basa en la explotación, siempre hay explotados

    A escala europea o norteamericana, Cuba no es un país rico. En algunas ciudades alemanas, los pasos de peatones por calles simples están hechos por mármol caro de Italia. En esas calles cruzan muchos carros de cromo brillante y de última moda. A sus bordes se encuentran restaurantes, diseñados como templos religiosos y en los cuales se cobran más para un pasapalo que un ciudadano cubano gana en un mes. En el centro comercial al lado ofrecen 37 variantes de salchichas de todo el mundo. Sin embargo, no todos pueden disfrutar de ese bienestar. Pero queda la pregunta si se puede justificar esa forma de bienestar. Sobre todo: La base de la riqueza de los ricos y del bienestar relativo de los pobres de aquí es la explotación brutal del resto del mundo. La explotación de América Latina y de otros continentes desde hace 500 años formaba la base económica para el desarrollo de la industria europea y así también para el bienestar. Igualmente, esa explotación impidió el desarrollo propio de las regiones explotadas, no sólo en la historia. Queda vigente hasta hoy lo que afirmó el gran escritor alemán Bertolt Brecht: "Hombre rico y hombre pobre se miraron a la cara / y el pobre dijo pálido: Si yo no estuviera pobre, tú no estuvieras rico."
    Nosotros en Europa vivimos a costo de muchos seres humanos en todo el mundo. Consorcios europeos roban los recursos naturales, alimentos y patentes biológicos y venden sus productos y licencias encarecidos a los países pobres. Ya por eso, otros no pueden adaptar el modelo europeo del vivir y sobrevivir, es decir el modelo de los Estados industriales capitalistas. Donde un sistema se basa en la explotación, siempre hay explotados. Pero el sistema capitalista tampoco funciona por otros asuntos, muy banales. Si en todo el mundo haya tantos carros como en Alemania, los sistemas ecológicos colapsarían. No sólo la gente de América Latina necesita una alternativa al capitalismo, sino también los europeos, porque se trata del sobrevivir de la humanidad.
    Aunque Cuba no es un país rico, se mantiene un servicio de salud para la población que se puede comparar con los países más ricos del mundo. Cuba ofrece a su pueblo educación y cultura y no renuncia a sus principios sociales ni en las condiciones más duras, como por ejemplo durante el Período Especial. En tiempos de crisis, la Alemania rica muestra otra cara. Allí, los trabajadores no podrán jubilarse antes de cumplir los 67 años, aunque el Gobierno sí sabe que la mayoría de los trabajadores debe renunciar a su empleo mucho antes por razones de salud. Alemania es uno de los países más ricos del mundo, pero desde hace años se ahorra los gastos culturales y de educación. Se cierra teatros, y las entradas de aquellos que se mantienen abiertos son tan caras que mucha gente ya no las pueden pagar. La calidad de las escuelas públicas hunde cada vez más. Sólo aquella parte de la población que gana bien puede resolver esos problemas – con dinero. Ellos mandan sus hijos a escuelas privadas que cobran cuotas caras. Aunque Cuba no es un país rico, pero comparte sus excelentes sistemas de salud y de educación con otros países. Alemania, por su parte, no envía médicos o educadores a otros países, sino soldados, para defender así los intereses del capital alemán. Por eso, y por muchas razones más, Cuba es un país de la esperanza, una posibilidad y un modelo para un futuro más justo.
    Si nosotros venimos cada año a La Habana, junto con editoriales de izquierda, sindicatos y grupos del movimiento de solidaridad con Cuba, para asistir a la Feria Internacional del Libro, no es sólo porque queremos a ese país y su gente, sino también, porque podemos aprender mucho aquí. Repito: Cuba es un país de la esperanza, no sólo para América Latina, sino para todo el mundo. Queremos luchar juntos para que un día no nos reunamos como ricos y pobres, sino como seres humanos que viven en condiciones justas y, por eso, iguales. Para lograr eso objetivo queda mucho de hacer en Cuba, en Alemania y en todo el mundo.

    Dietmar Koschmieder es gerente de la editorial 8. Mai Verlag que publica el diario junge Welt.

    El periódico junge Welt es editado por 952 miembros actuales de la sociedad colectiva mediática LPG junge Welt e.G.

  • · edición especial

    Participantes

    Participantes de la exposición alemana alternativa en la Feria Internacional del Libro de La Habana, 2010:
    Verlag 8. Mai (Editorial 8 de mayo)
    Netzwerk Cuba – informationsbüro e.V. (Red de solidaridad con Cuba)
    Cuba Sí (Asociación solidaria del partido La Izquierda)
    En Buenas Manos e.V. (Proyecto de promoción de energías alternativas)
    Freundschaftsgesell­schaft BRD-Kuba (Sociedad de Amistad entre Alemania y Cuba)
    KarEn e.V. (Asociación para la promoción de energías alternativas en el Caribe)
    PapyRossa Verlag (Editorial)
    Humanitäre Cubahilfe e.V. (Apoyo humanitario para Cuba)
    VS Verband Deutscher Schriftsteller in ver.di (Asociación de escritores alemanes en el sindicato de servicios)
    ver.di Landesbezirk Berlin-Brandenburg (Rama regional de Berlín y Brandenburgo del sindicato de servicios)
    Verlag Wiljo Heinen (Editorial)
    comedia Die Mediengewerkschaft Verlag (Editorial)
    El Patio – Der Innenhof e.V. (Iniciativa de inmigrantes de Iberoamérica en Berlín)
    Equilibrismus e.V.
    From Here To Fame Publishing (Editorial)
    Vereinigung Schweiz-Cuba VSC (Asociación Suiza-Cuba)
    Berthold Wahlich
    Uwe Detemple

  • · edición especial

    Nuestra Cultura

    Katja Klüßendorf

    En Alemania, Cuba es de moda. Pero el Gobierno Federal mantiene su politica de bloqueo

    En Alemania, Cuba está de moda. En verano pasado, el Buena Vista Social Club estuvo de gira por ciudades alemanas, mientras en el público se fumaba con mucho gusto un "Montecristo" o "Romeo y Julietta". Mientras, el actor Benicio del Toro, convertido en el Che Guevara en la película "Che – Revolución", de Steven Sonderbergh, ganó la última batalla de Santa Clara. Un u otro espectador descubrió entonces su corazón revolucionaria y viajó a Cuba, junto con los más que cien mil turistas alemanes que cada año visitan la isla.
    Ningún otro país de América Latina despierta tanto interés, y pocos otros países gozan de tanta simpatía. No sólo por la exótica fascinante. El gran interés mutuo de ambos pueblos por la política y cultura del otro responde a una fase intensa de las relaciones cubano-alemanas. Aunque, si somos exactos, por la parte alemana lo era solamente su parte oriental, la República Democrática Alemana. Ya en 1961 se aprobó un Convenio Cultural entre ambos países. Poco después, la Editorial Militar de la RDA publicó la obra "La guerra de guerrillas", por Che Guevara, así como autores cubanos como Alejo Carpentier, José Antonio Portuondo o Cintio Vitier. En las universidades de Rostock, Leipzig y Berlín se estudiaba e investigaba la historia cubana. En total, unos 30.000 ciudadanos cubanos vivían, trabajaban y estudiaban en la RDA. Ellos conocen la cultura alemana, y no sólo están interesados en mantener el contacto con la cultura que vivían, sino también en mantenerse informados sobre sus desarrollos actuales.
    Sin embargo, ¿como puede el pueblo cubano aprovecharse de una imagen de Alemania que están difundiendo el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores y las instituciones financiadas por el Gobierno Federal alemán, como el Instituto Goethe o el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD)? La política cultural internacional del Gobierno Federal es un instrumento ideológico, lo que se llama intercambio cultural se entiende como asunto unilateral. Eso fue obvio en 2004, cuando el Gobierno Federal renunció a la invitación como invitado especial en la Feria Internacional del Libre, un honor anteriormente aceptado, argumentando con un supuesto deterioro de la situación de los Derechos Humanos en la isla. El diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung lo definió en su edición del 18 de febrero de 2004 como "embargo barato contra Cuba" para "recuperar simpatías perdidas del Presidente estadounidense".
    Esa política cultural acompaña la alianza del Gobierno Federal alemán con regimenes neoliberales de América Latina, como los de México y Colombia, y sus posiciones duras contra gobiernos progresistas como en Venezuela, Bolivia o Nicaragua así como el apoyo para la oposición golpista interna en esos países por sus fundaciones y supuestas organizaciones no-gubernamentales.
    Pero los representantes del Gobierno Federal y de su política cultural encuentran a la resistencia del movimiento solidario alemán. Cuba, como espacio y mezcla de diferentes influencias culturales, despierta su interés, amplia su propia cultura y sus bases de valores.
    "La Revolución es Cultura, y Cultura es Revolución" Ese pensamiento del político y poeta Ernesto Cardenal, formulado sobre la Revolución Sandinista en Nicaragua, también se puede afirmar sobre Cuba. Ser revolucionario significa destacar los valores de la literatura y de la pintura, de la música y de los teatros, de los museos, del baile y de la música folclórica, del cine, del trabajo editorial, de la protección de la herencia arquitectónica y del deporte. La Feria Internacional del Libro en La Habana muestra el apoyo incondicional a la cultura como un de los logros más importantes de la Revolución Cubana.
    A base de ese pensamiento, en 2004, varios militantes del movimiento de solidaridad con Cuba organizaron, a través de la Oficina Berlinesa Feria del Libro La Habana (Berliner Büro Buchmesse Havanna), una muestra alternativa alemana en la feria, como proyecto de la red de los grupos de solidaridad, Netzwerk Cuba. Con 35 editoriales y creadores culturales, esa muestra alternativa se convirtió en la participación alemana más grande de la historia de la Feria del Libro cubana, hasta ese momento. Mientras el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores insistía en el boicot, el número de participantes en la muestra alternativa alemana creció año tras año.
    Desde 2008, la Feria del Libro de Frankfurt, como representante del Ministerio Federal de Relaciones Exteriores alemán, ha vuelto a participar en la feria de La Habana. Sin embargo, es claro que el gobierno alemán también a partir de su regreso mantiene su actitud enemiga frente a Cuba. Por un lado, parece que se mejoran las relaciones de Alemania y de la Unión Europea frente a Cuba, como parece indicar el levantamiento de las sanciones europeas contra la isla socialista, aprobado por los cancilleres de los 27 estados afiliados a la UE en junio de 2009. Pero, aunque se relaja la política de bloqueo por sus intereses financieras, se sigue presionando al gobierno cubano en el campo ideológico. Con su decisión, la UE pretende "facilitar el cambio político en Cuba", afirmó la Comisaria de Relaciones Exteriores de la UE, Benita Ferrero-Waldner.
    Sabiendo que también depende de la solidaridad con Cuba que la isla puede mantenerse como alternativa al sistema capitalista la Oficina Berlinesa Feria del Libro La Habana continúa su trabajo y ha organizado nuevamente una muestra alternativa alemana. Un amplio espectro de editoriales, sindicatos y organizaciones solidarias se presenta con libros, exposiciones y conferencias y está interesado en un animado intercambio de ideas, en nuevos contactos y proyecto, porque la Solidaridad es la ternura de los pueblos.

    Katja Klüßendorf es politóloga, directora de marketing de la editorial 8. Mai Verlag y dirige la exposición alemana alternativa en la Feria.
  • · edición especial

    La fortaleza Europa

    Ulla Jelpke

    Como la Unión Europea construye muros contra refugiados

    Fronteras son, a veces, líneas de demarcación entre pobres y ricos, entre el "primer" y el "tercer mundo". Bien visible es eso en la frontera entre México y EEUU, donde una barrera cruza el horizonte. A veces, un mar es tal frontera, que puede ser un poco más abierto, porque no se puede controlarla tan estrictamente.
    Un proyecto central de la Unión Europea (UE) es que nadie tenga dudas que la frontera está cerrada para los pobres de África y Asia. Por eso se sigue fortaleciendo el régimen de frontera, los controles van mucho más allá de las propias fronteras. Paralelamente, los guarda-fronteras forman parte de la Política Exterior e Interior Común de la UE.
    A partir del fin de la "Guerra Fría", la República Federal de Alemania eliminó el derecho a asilo político, hasta entonces  bastante generoso. Se organizaba campañas contra supuestos "refugiados económicos" y "asilados fraudulentos". En varias ciudades alemanas, multitudes racistas quemaron las casas de inmigrantes y refugiados. Un elemento clave para la eliminación del derecho a asilo fue una nueva construcción jurídica, los supuestos "terceros estados seguros". Se trata de Estados que  un refugiado pasaba durante su viaje y en los cuales, según las autoridades alemanas, ya hubiera podido solicitar asilo. Todos los países con que limita Alemania se considera "seguro", es decir, ya no es posible entrar por tierra a Alemania para solicitar refugio. Deportan en seguida a todos que entran a Alemania a través de tal "tercer estado seguro". Como consecuencia, todos los países que limitan con Alemania han cerrado sus fronteras al sur y oriente.
    Dentro de la UE ya se han eliminado los controles de frontera entre los Estados afiliados. Así, no se puede controlar tan fácil la migración dentro de la Comunidad. Pero han creado una serie de medidas para compensar esa supuesta pérdida de seguridad. Entre esas medidas configuran controles fuertes de las zonas cercanas a las fronteras y el así llamado "Sistema de Información de Schengen", un banco de datos gigante. Casi 800.000 personas de nacionalidades fuera de la UE aparecen en esa lista para que impidan su ingreso al territorio europeo. Además se utiliza los países que limitan con la UE para que ellos frenen a la gente que intenta inmigrar ilegalmente al territorio de la Unión Europea.
    Esa "defensa" contra refugiados fuera de las propias fronteras forma parte integral de la así llamada "política de vecindad" de la UE. Pretenden crear un patio trasero económico con convenios comerciales mutuos, la aproximación de las normas económicas, penales y judiciales y otras medidas para renovar los países vecinos según criterios neoliberales. Los "socios" en eso son las antiguas repúblicas soviéticas, los Estados que surgieron a partir de la antigua Yugoslavia y los países mediterráneos. Dentro del catálogo de medidas también aparecen convenios para que esos países reciben a la gente deportada por Europa y el otorgamiento más fácil de visados (sólo) para las élites de esos Estados. El motor de todo ese desarrollo a nivel europeo es la "Agencia para la Colaboración operativa en las fronteras externas de los Estados afiliados de la UE", FRONTEX. Las patrullas que esa agencia coordina cazan los barcos de refugiados ya dentro de la ampliada zona de 12 millas frente a la costa africana e impiden que pueden seguir su viaje. Muchos refugiados mueren en el intento de huirse de las patrullas.
    Mientras, en Alemania ya no se puede diferenciar entre seguridad "externa" e "interna". Con todas medidas se lucha contra supuestos terroristas. Como consecuencia importante del fascismo alemán con su policía secreta Gestapo, en la República Federal de Alemania se mantenía una separación estricta entre la policía, las fuerzas armadas y los servicios de inteligencia. Hoy, indicando la lucha contra el terrorismo, se elimina esa separación. Y también la "migración ilegal" se considera parte  de la lucha contra el terrorismo, porque pueden aparecer "combatientes islamistas" entre los inmigrantes ilegales. Por eso, los servicios de inteligencia suministran sus informaciones como "inmigrantes ilegales" a la policía.
    Esa colaboración fortalecida entre todas las autoridades que tienen algo de ver con la "seguridad" ya se estableció también al nivel europeo. FRONTEX coopera estrechamente con la Agencia Europea de Policía Europol, que también se dedica a combatir la inmigración ilegal. FRONTEX también participa en proyectos de investigación para desarrollar tecnologías que pueden servir también para vigilar fronteras como para operaciones militares en la guerra.
    Lleno de cinismo, los ministros del Interior defienden los controles en las fronteras con la necesidad de combatir el comercio de personas. Se debería proteger a los migrantes "ilegales" de si mismo y de los responsables que los mandan a través del Mar Mediterráneo o del Océano Atlántico. Pero, de hecho, las altas barreras para obtener el permiso para la inmigración legal son la causa por qué décenas de miles de africanos eligen la vía peligrosa y cara de cruzar el mar en vez de tomar simplemente un avión.
    Pero la migración ilegal, de hecho, se concentra en las fronteras orientales terrestres de Polonia y Europa del Sudeste. Cada año crece el número de refugiados que no logran pasar la frontera entre Turquía y Grecia. Sin que el público europeo preste mayor atención, en la frontera oriental de Europa se estableció un sistema de campos donde se registra a los migrantes antes de deportarlos.
    Los gobiernos de la Unión Europea construyen juntos muros cada vez más altos alrededor de Europa. Su meta es encerrarse contra los países pobres y en crisis y sobre todo contra la gente que pretenden salvarse de esas situaciones. En vez de combatir las razones como la miseria y la opresión, los Estados europeas luchan con un montón de leyes y normas contra los refugiados y los selecciona entre personas "útiles" y "no deseadas". En contra de esa situación luchan partidos políticos de la izquierda, organizaciones de refugiados e iniciativas antiracistas, a favor de una Alemania abierta y generosa. No queremos una fortaleza Europa, sino un continente solidario con los países del sur y del oriente.

    Ulla Jelpke es portavoz de política interior del grupo parlamentario del partido La Izquierda en el Deutscher Bundestag (parlamento alemán) y autora del diario junge Welt.
  • · edición especial

    Privatizado, destruido

    Rainer Balcerowiak

    La codicia capitalista destruyó el transporte urbano de Berlín

    Durante muchas décadas se consideraba un ejemplo para el mundo al sistema de transporte urbano eléctrico en carriles de Berlín, el S-Bahn. A partir del 1990, después de la caída del muro, se pudo recuperar y ampliar la red completa de esos trenes urbanos, formada por un círculo alrededor de la ciudad, dos ejes centrales del norte al sur y del oeste al este y varias líneas hacia los alrededores de la capital alemana. En una red de 331,5 kilómetros van 15 líneas que pasan por 166 estaciones. El año pasado, los trenes del S-Bahn de Berlín pasaron 32,5 millones de kilómetros y transportaron un total de 388 millones de pasajeros. Aunque Berlín también posee una red de metro, un tranvía y líneas de guaguas, el S-Bahn es el núcleo indispensable del transporte público de la ciudad, especialmente para la gente que por la mañana debe llegar a sus puestos de trabajar y para aquellos que al fin de semana quieren disfrutar la naturaleza en las regiones cercanas de la capital.
    Esa importancia se nota especialmente cuando hay fallas en el servicio del S-Bahn, y esas ya son muy frecuentes. El año 2009 fue un año que se conmemorará en la historia de los ferrocarriles alemanes. El caos ya empezó en la tercera semana del año, cuando se canceló 3000 viajes y se registró 15000 retrasos fuertes porque el S-Bahn no estaba preparada a las bajas temperaturas del invierno. Cuando llegó el invierno, los carriles fueron congelados y los trenes no pudieron manejar. En mayo, la falta de inspecciones regulares de los coches provocó un accidente. En consecuencia, la administración pública de vigilancia del transporte público ordenó en julio la suspensión de tres de cada cuatro trenes del S-Bahn por la falta de mantenimiento de ruedas y ejes en los coches. Todavía no se había recuperado esa situación, cuando se descubrió que tampoco se había inspeccionado a los frenos de los trenos que ya constituían un verdadero riesgo para la seguridad de los pasajeros. Otra vez se debía establecer un horario de emergencia, lo cual significaba para los pasajeros líneas cerradas, trenes llenos de gente y retrasos permanentes. Y todavía sigue esa serie de fallas. Se descubrió problemas en las puertas., calefacciones y agujas rotas.
    Es muy fácil encontrar la verdadera razón para esos problemas. La empresa S-Bahn de Berlín es un filial de los ferrocarriles alemanes, Deutsche Bahn AG. Aunque esa empresa es, todavía, estatal,  a partir de una resolución del Gobierno Federal, aprobada en 1994, los ferrocarriles alemanes deben trabajar como una empresa capitalista "normal". La cúpula de la empresa, con el apoyo del mayor sindicato del sector, Transnet, pretende privatizarla parcialmente y poner acciones de los ferrocarriles en la bolsa. Para que la empresa cree ganancias y sea "atractivo" para inversores capitalistas, se ahorraba en todo que era posible. En el caso del S-Bahn de Berlín, eso significaba el cierre de talleres, la pérdida de mil puestos de trabajo y la eliminación de los trenes de reserva. Así, año tras año, su lograba aumentar la ganancia. Para el año 2010 se pretendía reenviar la mitad de los 250 millones de euros, que el S-Bahn cobra al presupuesto estatal de Berlín, como ganancia al consorcio de ferrocarriles. No sólo el comité de empresa advertía de lo peligroso de esa política, pero los defensores de la privatización insistían en su rumbo.
    Hoy, gracias a la codicia de los gerentes capitalistas, ese sistema famoso de transporte urbano se convirtió en ruina. Los despidos de personal y el cierre de talleres provocaron que ya no se podía realizar las inspecciones regulares necesarias. Y hasta hoy, la gerencia del S-Bahn no está dispuesto a cambiar de rumbo. Así, la caída del S-Bahn de Berlín es un ejemplo como el capitalismo destruye los resultados de su productividad.

    Rainer Balcerowiak es redactor del diario junge Welt
  • · edición especial

    Sindicatos en la defensiva

    Daniel Behruzi

    La crisis económica crea dificultades para el movimiento obrero alemán. La solidaridad internacional puede ser la solución

    Desde hace varios años, los sindicatos alemanes están en defensiva. El "modelo alemán" de relaciones industriales, con que se mantenía durante décadas una estabilidad relativa en las relaciones de capital y trabajo, está desapareciendo. Cada vez menos trabajadores pertenecen a las normas de los convenios colectivos regionales, que en el pasado aseguraban un nivel mínimo de las condiciones salariales y laborales. Los sindicatos pierden cada vez más afiliados. En los 15 años pasados, la Federación de Sindicatos Alemanes (DGB) perdió más que millón y medio de militantes. La grave crisis actual de la economía mundial capitalista, que afecta sobre todo a los sectores exportadores de la industria alemana, es otro desafío para las organizaciones obreras, pero también puede abrir nuevas posibilidades para movilizar a la clase trabajadora y desarrollar su conciencia de clase,
    Las razones de la crisis de los sindicatos alemanes son varias. Una es la Globalización. En Alemania, la internacionalización de la producción pone en riesgo los estándares sociales y salariales relativamente altos. Según cálculos oficiales, más que tres millones de personas en Alemania están desempleados, la cifra real es mucho más alta. Ese desempleo masivo endurece la competencia entre los trabajadores y disminuye entonces el promedio de los salarios. También la caída de la alternativa de sistema en Europa Oriental ha debilitado la conciencia de clase de los trabajadores, así que los empresarios se atrevieron de abandonar la supuesta "asociación social" entre ellos y sus trabajadores. Hasta ahora, las cúpulas sindicales no han encontrado una respuesta adecuada.
    En el contexto del auge económico pasado se había reanimado de cierta manera la capacidad de lucha de los sindicatos. Al fin del boom lograron modestos aumentos salariales. Sin embargo, ese auge quedó el primer auge económico durante el cual continuaron bajando los salarios reales. Los sindicatos lograron frenar la pérdida de afiliados. Pero se debe temer que eso ha sido una primavera breve de revitalización sindical. La amenaza de despidos masivos dificultan la lucha por aumentos salariales. Pero hace poco, los limpiadores mostraron con una huelga exitosa que sí se puede imponer aumentos salariales.
    La crisis económica crea problemas para los sindicatos, pero también ofrece nuevas posibilidades. Los trabajadores estarán obligados a luchar contra despidos, y especialmente los trabajadores en las plantas industriales grandes todavía tienen un nivel de conciencia y organización bastante alto. No van a aceptar sin resistencia la eliminación de su base de existencia. Es tarea de los sindicatos, unir las luchas por la defensa de los puestos de trabajo y para mejores condiciones laborales. Si logran eso, tienen buenas posibilidades para avanzar su poder de organización.
    En condiciones de una economía globalizada es decisivo el desarrollo de la solidaridad internacional. Ya es casi imposible responder a los consorcios multinacionales sólo en el nivel de fábrica o nacional, porque entonces los grandes consorcios pueden chantajear a los trabajadores con la amenaza de llevar la producción a una planta en otro país. Estaría sometidos en una carrera por los salarios y condiciones más bajos. Para impedirlo, los sindicatos pretenden construir estructuras internacionales. Dentro de Europa, ya se logró buenos avances en algunos sectores. Sindicatos de transporte y de automóviles realizan actividades conjuntas, organizadas por redes sindicales y comités de empresa europeos. Se debe desarrollar y fortalecer esa colaboración también con los compañeros de en Norte- y Sudamérica, Asia, África y Australia para poder resistir en todo el mundo contra el capital globalizado.

    Daniel Behruzi es periodista y autor del diario junge Welt
  • · edición especial

    Sobre el diario

    Dietmar Koschmieder

    Una de las principales voces de la izquierda alemana y un fiel aliado de Cuba

    Usted tiene en sus manos una excepción, y lo es por varias razones. Por una lado, porque el diario junge Welt no es representativo de los medios alemanes. Este es el único diario de alcance nacional que tiene un enfoque marxista.

    Es un diario independiente de los poderosos consorcios mediáticos, de los bancos y de la influyente publicidad. Es un diario que habla sobre lo que callan los otros medios de prensa plana, un diario para el cual el socialismo siempre fue, es y será una alternativa necesaria.

    Por tercera vez tenemos la oportunidad de presentarnos con una edición especial en español en la Feria del Libro de La Habana, y con ello fortalecemos nuestras relaciones con Cuba, que ya tienen una larga historia.

    El junge Welt nació del resurgimiento del movimiento antifascista en el este de Alemania. Como órgano de la Juventud Libre Alemana (FDJ) - la organización socialista que agrupaba a los jóvenes en la RDA - fue creciendo hasta que en 1989 se convirtió en el periódico más leído en este país. Su popularidad se debía su alto grado de información y de críticas y porque además era más entretenido que otros medios del país. Por eso, jóvenes y viejos lo leían en igual medida.

    Después de la anexión de la RDA a la República Federal de Alemania, el junge Welt comenzó su lucha por la supervivencia. Al igual que casi todos los medios del Este, también fue privatizado. En 1995 estuvo a punto de desaparecer definitivamente, pero un grupo de colaboradores fundaron la Editorial 8. Mai Verlag y una sociedad colectiva que se convirtió en dueña del periódico. Así se aseguró la permanencia del diario, esta vez con un nuevo perfil claramente de izquierda. La lucha por la existencia ya se ha vuelto cotidiana, aún cuando la demanda de un público alternativo crece. Sólo con la fuerza de las ideas de todos sus colaboradores, el junge Welt puede mantenerse con vida como proyecto político y cultural, en un momento donde cada vez menos alemanes pueden permitirse leer un periódico de forma regular.

    El junge Welt es un periódico repudiado y combatido por la clase dominante en Alemania. Y con razón, pues nosotros contradecimos a aquellos que justifican y representan los intereses económicos de los más ricos a través de ediciones de millones de ejemplares y de todos los canales televisivos. El junge Welt defiende la legitimidad histórica de la RDA frente a una fuerte campaña ejercida desde hace años que pretende extinguir toda manifestación de aspiraciones a una alternativa social y pacífica. A la guerra y la explotación las llamamos por su nombre e indagamos los intereses reales cuando la moral y los derechos humanos se enmascaran. En nuestros quioscos, somos el paño rojo en medio de la colorida variedad que en su mayoría constituye una farsa.

    El junge Welt es un periódico internacionalista. Cuba y el desarrollo progresista de América Latina son temas importantísimos de nuestras informaciones. En las experiencias, las derrotas y los éxitos de estos lugares nosotros y nuestros lectores participamos con la mente y el corazón.

  • · edición especial

    Veinte años de supuesta unidad

    Arnold Schölzel

    Los alemanes del oriente y del occidente siguen viviendo en dos sociedades diferentes

    El escritor Friedrich Torberg (1908-1979) dijo una vez: "El alemán es el idioma común que separa a los alemanes de los austriacos". Hoy, se puede adaptar esa expresión también para describir la situación entre el oriente y el occidente de la República Federal de Alemania que, en 1990, se comió la República Democrática Alemana. Las diferencias culturales y las diferencias en cuestiones políticas son tan graves que institutos occidentales de encuestas obtienen frecuentemente resultados impactantes. El "Ossi", como se apoda los ciudadanos de Alemania Oriental, el territorio de la desparecida RDA, queda para los investigadores occidentales algo exótico, raro. Por ejemplo, en diciembre se conoció que de unas 700 marcas que habían en las tiendas y mercados de la RDA, unas 120 han "sobrevivido" hasta hoy, con creciente popularidad. Las agencias de noticias que difundieron esa noticia la comentaron con el argumento que eso demuestre la baja intelectualidad de la gente. Según ellos, los orientales poseen una "pronunciada fidelidad a la marca", es decir, que no les interesa la calidad ni la "innovación" de un producto. Al mismo tiempo, los comentaristas occidentales insistieron en que esas marcas orientales no podrán mantenerse por mucho tiempo en el mercado.
    De esa manera, ya se actúa desde hace veinte años. En los grandes medios de comunicación alemanes, todos controlados por occidentales, los orientales aparecen sólo como objetos de investigación, siempre con el mismo resultado. Si quedan fieles a sus costumbres, a alguna institución o, justamente, a algún producto de la RDA, y sean galletas o mostaza, en los diarios, revistas y cadenas de televisión aparecen como gente tonta que vive en el pasado y no entiende la vida de hoy. La actitud de las élites occidentales frente a Alemania Oriental ya tiene un carácter colonial con aspectos social-racistas. Sólo fue la punta de una interpretación generalizada lo que el psicólogo Heinz Rindermann afirmó en la edición de agosto de la revista "Merkur" sobre "La inteligencia como fenómeno burgués". Escribió: "La gente en países socialistas no sólo son menos inteligentes y saben menos, sino son, por la falta de bienestar, claramente más pequeña. Eso muestra, al nivel social, que el Socialismo no sólo provoca una autoenanización intelectual, sino convierte la gente a enanos físicos."
    Lo absurdo de esa afirmación de un profesor académico se explica ante un contexto que se pretende ocultar con la arrogancia y discriminación contra los alemanes del oriente. Temen que pueden estar "contaminados" por su experiencia socialista. Si analizamos los hechos comprobables, descubrimos que las empresas estatales de la RDA quedaban, a partir de la anexión de la otra Alemania, bajo el control de una administración colonial, controlada por gente proveniente del occidente. Esa institución otorgó, dentro de pocos años, el 80 por ciento de esas fábricas, inmuebles y servicios a inversores de Alemania Occidental. Otros diez por ciento entregaron a las manos de extranjeros, y sólo el cinco por ciento quedó controlado por personajes de Alemania Oriental. Resultó que muchos de esos inversores fueron bandidos, otros fueron incapaces. Pero casi todos creyeron en la propaganda del entonces Canciller Federal Helmut Kohl, que afirmó que Alemania Oriental se convierta, en pocos años, en "tierras florecientes". El resultado, sin embargo, fueron despidos masivos de millones de trabajadores, la desindustrialización de regiones completas, acompañado por intentos fraudulentas de animar con subvenciones estatales – quiere decir: sobornos - a consorcios internacionales a invertir en Alemania Oriental. Por ejemplo, el papel del Canciller Helmut Kohl en la venta de la famosa fábrica química de Leuna al consorcio francés Elf fue, por lo menos, sospechoso.
    Mientras surgió el desempleo masivo en  Alemania Oriental, que se mantiene hasta hoy en un porcentaje alto y queda, según las cifras oficiales realzadas, dos veces más alto que en Alemania Occidental, se desarrollaba una amplia campaña de expropiación de los alemanes orientales. Basándose en el principio "legal", establecido por el Gobierno Federal, de "devolver antes de compensar", cientos de miles de así llamados "viejos propietarios" aparecieron en la escena para pedir tierras y casas, que sus antecesores habían poseído en Alemania Oriental. Los ciudadanos de la RDA, que habían comprado esos inmuebles en gestiones reconocidas en todo el mundo, tuvieron que abandonar su propiedad. De hecho, muchas veces esos "viejos propietarios" fueron herederos de los ex-propietarios y nunca tenían la intención de usar esos inmuebles para ellos mismos.
    En 1994, el ex-Ministro Federal y arquitecto de la política de entendimiento entre los Estados capitalistas y el campo socialista durante la década de los 70, Egon Bahr, reconoció que "nunca en la historia, en tiempos de paz, un pueblo fue tan explotado como el de la RDA." Tales declaraciones aparecen raras veces en los grandes medios de comunicación alemanes. Se pretende silenciar los hechos que provocaron el éxodo de unos tres millones de alemanes orientales.
    Sin duda, por ese contexto se pretende tranquilizar y canalizar la protesta popular en Alemania Oriental. Desde el Gobierno Federal se desarrolla una amplia campaña de calumniar la RDA como "la segunda dictadura alemana", comparándola así, indecentemente, con la dictadura fascista de 1933 a 1945, responsable de la Guerra Mundial y del Holocausto. Por esa tarea, ya sólo la Cancillería Federal dispone cada año de 55 millones de euros para la difusión de su versión de la historia. Eje central de esa propaganda es la oficina de administración de las actas del Ministerio de Seguridad de Estado de la RDA, que dispone de otros 90 millones de euros anuales. Con ese monto se financia películas, telenovelas y series de artículos sin fin en los diarios y revistas alemanes, presentando la RDA como "cárcel" (un político del Partido Socialdemócrata) y "estercolero" (la reconocida revista alemana "Der Spiegel"). Uno de los historiadores más reconocidos de Alemania, Hans-Ulrich Wehler, llamó la RDA "una pequeña república de asesinos".
    Mientras se agudizan la crisis y la guerra, también se agudizan esos ataques. Es decir, los lanzan sistemáticamente contra la gente. Sobre todo en Alemania Occidental, esas campañas tienen cierto impacto y reaniman allí el anticomunismos tradicional de la vieja República Federal de Alemania. En Alemania Oriental, la gente aguanta esa propaganda con una mezcla de humor y desanimación. Tanto los resultados del partido La Izquierda, también atacado, como los resultados de encuestas sobre cuestiones políticas muestran: la brecha entre el oriente y el occidente es hoy más profunda que hace veinte años. En el oriente hay más gente que en el occidente que rechaza la participación alemana en guerras como en Afganistán, y una mayoría creciente de los orientales no considera democrático el sistema parlamentario de Alemania. El fondo de esa separación es la brecha económica y social entre el occidente y el oriente. El 80 por ciento de las posiciones importantes en la administración pública, el sistema judicial, la ciencia, los medios de comunicación y la cultura está ocupado por alemanes del occidente. La brecha en los salarios es mucho más grave que los 25 por ciento que se admite oficialmente, y también esa brecha está profundizándose. Así, Alemania quedará separado en dos sociedades diferentes, y la frase citada al principio queda vigente.

    Arnold Schölzel es director del diario junge Welt.