04.02.2009 / 0

Ilusiones perdidas

Por Siegfried Prokop

Aún 20 años después de la caída del muro la Unidad Alemana es una expresión vacía


¿Qué posición ocupan actualmente los germanoorientales en la Alemania reunificada? En la República Federal representan el 20% de la población. El número de alemanes del este que ocupan cargos de dirección en la justicia y el ejército es 0%, en la economía 0,4%, en la administración 2,5%, en la ciencia 7,3%, en los medios de comunicación 11,8% y en los sindicatos 12,4%. Incluso en los nuevos estados sólo la mitad de los cargos de dirección son ocupados por habitantes de la región.

A nadie le irá peor, por el contrario, a muchos les irá mejor", prometió Helmut Kohl, Jefe de Gobierno de Alemania Federal, durante el preludio de las primeras elecciones de la Alemania reunificada el día 2 de diciembre de 1990. Tampoco los pensionados, los enfermos, los desempleados, las víctimas de la guerra y los que recibían asistencia social debían temer reducciones de pago por causa de la unidad alemana. No sería necesario aumentar ni un céntimo a los impuestos para financiar la nueva situación.

En un tiempo estas promesas se desvanecieron ya que la introducción del marco de la RFA como moneda única se llevó a cabo precipitadamente, a pesar de las advertencias de los expertos y produjo resultados catastróficos. El número de desempleados de Alemania Oriental en 1990 aumentó de 142 000 en junio hasta 642 000 en diciembre, mes en que tuvieron lugar las elecciones. Aquellos con vista larga, podían presentir hacia donde los llevaría este viaje. Pero todavía la mayor parte de los habitantes del Este albergaban el optimismo y la esperanza. Las nuevas marcas de autos aún alimentaban su autoestima. Sin embargo, las ilusiones se esfumaron con rapidez.

Con la unión monetaria la indefensa economía del Este fue expuesta de un día para otro a un choque destructivo. En pocos años se perdió el 70% de los puestos de trabajo en la industria y la agricultura. Hasta hoy son palpables las consecuencias de este desmoronamiento.

La política conservadora de la unificación se basaba en la idea de que la puesta en práctica del ya existente sistema institucional occidental era más importante que la máxima explotación de los potenciales reales. El intento de ajustar la economía de la RDA al contexto económico mundial fue saboteado, por lo que se perdieron mercados importantes. En muchos sectores de la sociedad como la cultura, la ciencia, la salud y la educación, se ignoraron las ideas de la RDA, que eran más avanzadas. En especial las mujeres, quienes en la RDA habían conseguido un alto grado de igualdad de derechos e independencia económica, fueron víctimas del retroceso de las conquistas sociales. El cambio político y social en los nuevos estados federados se efectuó a través de un mando exterior, donde la población casi no tuvo participación y las experiencias y valores de la Alemania Oriental no desempeñaron ningún papel. Esta transformación exógena de la sociedad estuvo ligada a una enorme transferencia de instituciones, de poderes y recursos desde la Alemania Occidental hacia la oriental. Casi todos los cargos de dirección fueron ocupados por alemanes del Oeste y los intelectuales del Este perdieron fueron desplazados de la atención pública.

Naturalmente, el proceso de transformación política también suplantó todo aquello que los movimientos populares habían alcanzado en los años 1989 y 1990 en pro de un nuevo socialismo. La élite conservadora del Oeste rechazó el legado del auge democrático de los últimos años de la RDA. Con la unión a la RFA en octubre de 1990, finalizó el diálogo de los germano-orientales en torno a su origen y su futuro. Luego del auge democrático de 1989 en Alemania del Este ocurrió una desilusión sobre la esencia de la democracia occidental, una experiencia caracterizada por la impotencia y la depresión.

Como nueva norma se admitieron sólo instituciones, partidos, medios de comunicación, formas políticas, discursos, interpretaciones y sistemas de valores occidentales. A la vista de los conservadores, Alemania Oriental era un "territorio especial atrasado". Muchos germano-orientales tuvieron la impresión de que en la República Federal eran "alemanes de segunda clase".

El radical cambio de élite convirtió a más de 100 000 científicos de la RDA en jubilados y desempleados. Además de los intelectuales gran parte de la fuerza militar, política y económica también fue degradada. Se invalidaron historiales profesionales, proyectos de vida, cualificaciones y títulos profesionales y educacionales. Millones de personas han sido y son humilladas a través de la actividad de los medios y los políticos, que han satanizado a la RDA en la conciencia pública como una segunda dictadura en Alemania.

Las consecuencias de esta desvalorización objetiva y subjetiva fueron aún más graves que la propia desindustrialización. Nunca hubo tiempo para efectuar una valoración crítica de los principales errores cometidos durante la reunificación alemana. Los problemas graves fueron más bien interpretados como un legado de la RDA, que fue catalogada de "Estado de hecho" y con la fórmula de "segunda dictadura alemana" fue colocada al mismo nivel que el sistema criminal fascista.

Por supuesto, el proceso de unificación no sólo reconoce a perdedores, al menos desde el punto de vista material, sino también a los ganadores, los establecidos y los excluidos. Sin embargo, los problemas mentales y culturales relacionados con la colonización real continúan existiendo. Se ha mostrado que se puede imitar un marco organizativo político, pero no la sociedad civil y el reconocimiento público político que a él pertenecen.

La discriminación material continúa. Los jubilados del este reciben por sus rendimientos pasados un porcentaje bastante menor al de los del Oeste. Los intelectuales reciben en realidad sólo un 30% de las pensiones en comparación con los de la Alemania del Oeste. Todas las predicciones y promesas melodiosas del "canciller de la unidad" rápidamente se transformaron en lo contrario. La unificación le proporcionó a la economía del oeste una coyuntura especial que duró pocos años. Esta economía no pudo eludir por mucho tiempo las tendencias económicas mundiales. Después del aumento de los impuestos se incluyeron rápidamente en el orden del día reducciones de pagos a los desempleados y a los necesitados de asistencia social. Durante el mandato de Gerhard Schröder, en toda Alemania se introdujo la reforma "Hartz IV" para desempleados e incapacitados, la cual provocó la pobreza masiva y lastimó la dignidad de muchas personas en uno de los países más ricos del mundo. Millones de puestos de trabajo perdieron su valor. Hoy ya se habla en todo el país de una "situación precaria". Bajo el gobierno de Ángela Merkel son los ciudadanos quienes cargan el peso de los gigantescos costos de la actual crisis financiera mundial.

Alemania se encuentra hoy más lejos de la unidad interna que en el año 1990.
El Prof. Dr. Siegfried Prokop, periodista e historiador, trabajó hasta 1996 como profesor universitario en el Instituto de Historia de la Universidad Humboldt en Berlín. Autor de numerosas publicaciones sobre la historia de la RDA.
https://www.jungewelt.de/blogs/feria2009/301330